La historia de Polonia – la del país y la de la nación polaca – es marcada muy fuerte por los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Visitando a Polonia es casi inevitable no encontrarse con algun lugar o monumento que conmemore aquellos tiempos. Es una invitación a un momento de la reflexión profunda sobre lo que pasó y lo que no debería repetirse en la historia de la humanidad.
La ciudad de Cracovia, considerada la más turística de Polonia, aparte de ser un sitio reconocido por su belleza arquitectónica, es también un lugar que permite hacer un viaje histórico y conocer sobre los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El sitio más importante y el más conocido es sin lugar a dudas el Campo de concentración Auschwitz, sin embargo, para entender bien su peso, hace falta conocer sobre ese periodo.
En septiembre de 1939, después de la invasión de la Alemania Nazi a Polonia y comienzo de la II Guerra Mundial, Cracovia pasó a formar parte de la Gobernación General , administrada por los alemanes, con Hans Frank como el Gobernador. Para el cuartel general los alemanes ocuparon el Castillo de Wawel, la antigua sede de los reyes polacos. La ciudad fue saqueada, sin embargo evitó ser destruida (como por ejemplo la capital polaca, Varsovia). Los nazi tenían sus planes en cuanto a Cracovia, para convertirla en una ciudad alemana, destruyendo los monumentos polacos, renombrando las calles, presentándola por la propaganda nazi como una histórica ciudad alemana, pero el objetivo principal en ese plan fue la eliminación de todos los habitantes polacos y judíos.
Fueron tiempos horribles para los que vivían en la ciudad. Terror constante, hambre, peligro de ser capturado en la calle y enviado al campo de exterminio, las ejecuciones públicas – todo eso era la cotidianidad. Entonces, una cuarta parte de la población de Cracovia era judía. En mayoría eran las familias asimiladas, donde se hablaba polaco y donde había un sentimiento de pertenencia a Polonia, al igual que a la cultura (y religión) judía. En el marzo de 1941 los nazi confinaron a los judíos polacos (60 mil personas!) en un gueto, en condiciones inhumanas, donde muchos murieron de enfermedades, inanición o fueron asesinados. Los que lograron sobrevivir, fueron enviados a campos de concentración, sobre todo a Plaszów (en afueras de Cracovia), Belzec y Auschwitz. De los 60 mil judíos polacos en Cracovia, al final de la guerra, quedó alrededor de un solo mil personas.